[:es]
Criaturas sin sombra
Cuando Peter Pan volvió a buscar su sombra, perdida en casa de los Darling, sabía que era algo importante, afortunadamente Wendy también lo sabía y por eso cuidó de la sombra y se la cosió pacientemente. Peter Pan es un niño eterno e inmortal, caprichoso compañero de hadas y sirenas, ya casi no es un ser humano, sin embargo se resiste a perder su sombra, sabe que sin ella perdería también su alma, su humanidad. Sin sombra Peter Pan sería ya por completo un morador del reino de las hadas, quedaría atrapado en Nunca Jamás y no podría volver a presentarse ante los niños de este mundo.
Algo hay en la sombra que nos hace ser humanos, solo la materia proyecta sombra, recordemos que uno de los atributos más famosos de los vampiros es que no proyectan sombra ni se reflejan en los espejos, tal vez, como veremos más adelante no tienen sombra porque ellos son la sombra, no se reflejan en los espejos porque ellos son el reflejo.
La sombra como arquetipo
Para Carl Gustav Jung la sombra es un arquetipo fundamental, el primero que debemos integrar en nuestro camino hacia la individuación. La sombra reúne todos aquellos elementos que rechazamos encontrar en nosotros mismos, la sombra es nuestra agresividad no reconocida, nuestro odio enmascarado, nuestros deseos prohibidos.
Cada persona es perseguida por su propia sombra , no puede huir de ella, mientras haya luz la sombra se hará presente, solo en la oscuridad dejamos de verla y es entonces cuando se presenta en nuestros sueños, nos visita para recordarnos que existe, nos asusta en pesadillas terribles que se transforman con el tiempo y la aceptación en extraños sueños.
La sombra no está constituida necesariamente por elementos de intrínseca perversidad. A modo de ejemplo, la sensibilidad podría ser parte de la sombra de una persona que considerase la dureza y la fuerza como virtudes fundamentales, lo mismo podría suceder al revés para una persona amante de la delicadeza. La sombra es cambiante, según la silueta de cada uno y según la luz que enfoque a esta silueta, si la luz se proyecta desde ángulos extraños la sombra tomará formas impredecibles.
Uno de los elementos más interesantes de la sombra es precisamente su carácter universal y personal, pues todos tenemos una sombra y para cada uno es diversa. La sombra no se reduce al ámbito personal. Las culturas, las familias o las sociedades también tienen sombras, elementos que en un momento concreto estuvieron bajo la luz de la aceptación pueden pasar a formar parte de la sombra con el cambio de una generación.
En ese sentido Jung consideraba a los vampiros como una representación de la sombra, el vampiro es un cadáver viviente que habita en la oscuridad, bebe la sangre de los vivos, habitualmente es violento y sexual, por eso el vampiro no tiene sombra, es sombra. Sin embargo ¿Podemos decir que sigue siéndolo viendo la evolución del mito vampírico en la posmodernidad?
La fascinación por los vampiros ha ido creciendo y su imagen cambiando al tiempo que lo hacían los valores de nuestra sociedad, hoy los hemos convertido en criaturas siempre jóvenes y bellas, con gran capacidad para el goce y un cierto gusto, muy contenido, por la violencia. Este vampiro ha dejado de ser la sombra de nuestra sociedad, ya no es el Nosferatu que aterrorizaba nuestros sueños.
Ahora el vampiro es una representación de los valores del capitalismo; es el goce eterno, la vida eterna, la juventud eterna, la belleza eterna, muchos puntos en común con Peter Pan, por cierto.
Esta es la nueva imagen del héroe, un héroe para el siglo XXI, ligeramente perverso, solo ligeramente, como la nueva Maléfica de Angelina Jolie; bella, redimida, descafeinada y ¿buena? eso sí, manteniendo su nombre, Maléfica, como si el nombre fuese un detalle sin importancia. Ahora Maléfica es una ambigua heroína y la sombra es el rey Stéfano.
Parece que la maldad tradicional se ha redimido y la sombra se ha desplazado a otro lugar.
Defensas contra la sombra
“No soporto a Carmen, hay ALGO en ella que me irrita profundamente pero no tengo muy claro qué es”
“Yo JAMÁS podría hacer lo que él acaba de hacer”
“Yo no soy ASÍ”
¿O sí?
La sombra, como compendio de todo aquello que no queremos ver en nosotros, genera inicialmente en la mayoría de las personas un extremo rechazo, por lo que utilizamos diferentes defensas que nos permiten negarla, ignorarla o colocarla en los demás, las dos defensas más interesantes en este sentido son la proyección y su variante de mayor gravedad, la identificación proyectiva.
La proyección es un mecanismo de defensa que consiste en atribuir a otro los deseos, emociones o pensamientos que en realidad nos corresponden, ese otro al que atribuimos estas partes de nosotros mismos, esta sombra, puede ser una persona, un animal, una planta, incluso un objeto o una idea abstracta, la cuestión es que ponemos fuera de nosotros algo que en realidad está dentro, preferimos verlo fuera que tener que reconocer esa sombra en nosotros mismos
La identificación proyectiva, es un mecanismo de defensa descrito por Melanie Klein y desarrollado ampliamente por la escuela de las relaciones objetales y por Otto Kernberg , consiste en un proceso inconsciente por el cual la persona o bien escinde partes de sí mismo y las coloca en otra persona/objeto o bien coloca todo su yo/self sobre otra persona. Esto se hace con el objetivo de dañar, controlar o poseer a la persona/objeto sobre la que se proyecta.
El mecanismo de la proyección es extremadamente habitual incluso en personas que han pasado por terapia o análisis, lo que si es más probable es que estas personas puedan detectar con mayor facilidad cuando están recurriendo a este mecanismo de defensa gracias a la capacidad de auto-observación y el conocimiento de sí mismos ganado durante el proceso terapéutico. De esta forma es más fácil ser consciente de los propios procesos psicológicos y se pueden afrontar las situaciones desde otro ángulo.
La identificación proyectiva es un mecanismo de mayor gravedad al que también podemos recurrir pero que está especialmente presente en algunos cuadros psicopatológicos como los trastornos borderline descritos por Kernberg.
https://www.youtube.com/watch?v=cOi1FVV52wg&feature=emb_title
CONDENADOS A LA PSICOPATÍA
¿Qué ocurre cuando nacemos en un ambiente decididamente marcado por la psicopatía?
Recientemente nos hemos encontrado con dos impactantes noticias que podrían ser los dos lados de un mismo espejo. Las dos han tenido lugar en Italia con la Mafia como telón de fondo.
En la primera historia, María, una joven perteneciente a uno de los importantes clanes de la Mafia calabresa, se suicidaba como consecuencia del rechazo social provocado por su apellido. María se graduaba con buenas calificaciones en la Universidad de Reggio Calabria, sin embargo al comunicar a su novio y amigos quién era, estos decidieron no asistir a su graduación. Tan fuerte fue el peso del rechazo social que María se quitaba la vida seis meses más tarde. La historia es particularmente desoladora porque María había decidido vivir una vida diferente a aquella que tenían sus familiares, marcada por estancias en la cárcel, muertes, crimen y violencia.
La segunda historia la hemos conocido esta semana y muestra la cara opuesta. En ella, el joven Alex de 15 años asesina a punta de pistola a su amigo Francesco de 19, a causa de un like en una foto de facebook de la novia del primero. Da la casualidad de que Alex es hijo de un capo de la ‘Ndraguetta, la misma organización criminal con la que estaba relacionada la familia de María.
Estas dos historias nos llevan a la pregunta que se planteaba al principio. ¿Qué sucede cuando una persona nace en u ambiente en el que la psicopatía es la norma? ¿Es posible escapar y tener una vida normal o estas personas están condenadas a repetir los errores de sus familiares?
Por desgracia, en la mayoría de los casos resulta muy difícil escapar de un ambiente criminal sin tener perturbada de alguna manera la percepción del bien y del mal o sin asumir un gran conflicto interior.
Los orígenes de la psicopatía no están claros. Parece que existen determinadas estructuras neuronales que están estructuradas de forma diferente en aquellas personas que será psicópatas, sin embargo estos datos vienen en su gran mayoría de estudios realizados después de la muerte o después del crimen y no existen medidas realizadas en la infancia que permitan contrastar si se han producido cambios en la estructura cerebral o si esas características que determinan la psicopatía estaban ya presentes desde el nacimiento. Sabemos que el cerebro es plástico y no se mantiene inalterado por lo que nuevos estudios de tipo longitudinal serán precisos para esclarecer este asunto de forma definitiva.
Si aceptamos la hipótesis cultural, por la que yo me inclino, encontramos en los casos descritos varios elementos que generan una gran confusión en el niño. Estamos hablando de familias en las que el crimen y la violencia están justificados, pero en las que, al tiempo, existen relaciones afectivas entre sus miembros y conductas que podrían calificarse como «morales» o de apoyo mutuo. En definitiva, la eterna contradicción que a tantos ha fascinado en las películas dedicadas a este tema, como «el Padrino».
Se genera, de esta forma, en el núcleo familiar un código moral diferente a aquel que rige en el resto de la sociedad. Los niños nacidos en estas familias crecerán con gran confusión cuando sean capaces de comprender la contradicción.
Algunos aceptarán este código como válido, como es el caso de Alex, mantendrán la importancia del honor y el derecho a asesinar a aquel que ose interponerse en el camino de su deseo. Otros, como María, buscarán la alternativa contraria, intentarán huir del ambiente familiar y buscarán una vía de desarrollo personal diferente a aquella que dicta el código de la familia en la que han nacido. Esto supone un esfuerzo extraordinario y un conflicto interno muy importante porque implica, no solo una confrontación directa con todo el orden normativo familiar sino también el rechazo de un código moral que se nos ha inculcado desde niños y la «traición» de este código en pro de una vida que se rija por la moral existente fuera de la familia.
Por este motivo el caso de María es especialmente triste. Ella realizó una proeza, se enfrentó al código moral de su familia, buscó ser una persona distinta de aquella que estaba predestinada a ser. Sin embargo la sociedad no perdona, no olvida tan fácilmente a sus muertos y es natural. El miedo es muy poderoso. María lo sabía y por eso no reveló su identidad hasta que estuvo segura de que sería aceptada, de que encontraría el apoyo que necesitaba. Se equivocó. Ella daba la espalda a su familia y el mundo le dió la espalda a ella. Entre dos tierras María se quitó la vida.
Seguramente habría bastado una persona que le diese esperanza y María se habría liberado de su condena. La mayoría de las personas que nacen en condiciones como estas repetirán las conductas de sus padres, pero una pequeña porción buscará la luz.
A ellos debemos tenderles la mano.
La integración de la sombra
En definitiva, es normal acudir a las defensas para poder tolerar el poder de la sombra, sin embargo, como hemos visto es mucho más liberador atrevernos a conocer esos impulsos que rechazamos, aceptarnos como somos, con lo bueno y lo malo, lo femenino y lo masculino, lo oscuro y lo luminoso.
Si cada persona, familia y sociedad tiene su sombra es un camino necesario pensar sobre ellas y traerlas al frente, lo que vemos y lo que nombramos pierde gran parte de su poder sobre nosotros.
Solo así podremos mirar a la sombra a la cara y reconocer en ella nuestros propios rasgos mientras nos susurra “Yo soy tú”.[:]