[:es]Todavía no sabemos por cuánto tiempo se va a extender la crisis del coronavirus. La situación que estamos viviendo actualmente es seguramente uno de los mayores retos que podíamos imaginar desde un punto de vista sanitario, económico, político y moral. A nivel particular esta pandemia está afectándonos en diferentes aspectos de nuestra vida diaria. Un estudio que está realizando la Universidad Complutense de Madrid sobre las consecuencias del confinamiento ha mostrado en sus resultados que un elevado porcentaje de personas ha experimentado ansiedad, angustia y, con menos frecuencia, dificultades para conciliar el sueño o síntomas depresivos derivados del confinamiento domiciliario.

Es de esperar que muchos de estos síntomas desaparezcan en el momento en el que cese la cuarentena, sin embargo no debemos confiarnos puesto que podemos encontrarnos con secuelas en determinados casos.

Uno de los escenarios posibles es que esta crisis se alargue de manera sostenida durante meses aunque hayamos abandonado el confinamiento. De ser así podemos encontrarnos con personas que experimenten reacciones de miedo intensas ante la posibilidad de entrar en contacto con el virus. Este miedo intenso puede provocar diferentes fobias, en particular agorafobia, es decir miedo a los espacios abiertos. Podemos encontrarnos con personas que rechazan la idea de volver a trabajar presencialmente, de usar el transporte público o de llevar a sus hijos al colegio.

Calles Vacías

            Calles vacías durante el confinamiento

No debemos olvidarnos tampoco de aquellas personas que tuvieran algún tipo de psicopatología previa que se verá seguramente potenciada por esta situación de aislamiento y cuarentena. En particular resultan muy susceptibles aquellas personas con Trastornos relacionados con las obsesiones-compulsiones, sobre todo aquellas que tengan como obsesión la limpieza y el miedo a los gérmenes. Estas personas pueden ver justificados sus rituales y su miedo y obsesiones pueden crecer aumentando por consiguiente también las compulsiones y viéndose de esta manera aún más atrapadas. También la depresión o la ansiedad pueden crecer en esta situación. Permanecer en casa durante tanto tiempo sin relacionarse con otros individuos y sin necesidad, en muchos casos, de cumplir con un horario laboral puede llevar a un empeoramiento de estos trastornos.

En el caso de personas que hayan perdido a sus familiares de forma traumática durante la pandemia, de sanitarios que hayan tenido que enfrentarse a situaciones moralmente complejas  en un contexto de supervivencia y de enfermos que hayan temido gravemente por su vida nos podemos encontrar, además de lo anterior con casos de estrés postraumático.

Nos encontramos en este momento ante la presencia de muchos y nuevos focos de rebrote y la pregunta que aparece en nuestra cabeza es con frecuencia la siguiente.

¿Volveremos a estar confinados?

Aunque no parece el escenario más probable, es algo que aterroriza consistentemente a muchas personas. El confinamiento ha sido, y así debemos entenderlo, una experiencia traumática colectiva. Es natural, por tanto, que aparezca este miedo y debemos reconocerlo y afrontarlo como haríamos con cualquier otro temor que nos preocupase.

La respuesta por tanto es que sí. Es normal y natural el miedo a un nuevo confinamiento. No pelees contigo mismo si lo sientes. Recuerda que es poco probable, cuídate y no olvides que esto, antes o después, pasará.[:]