Actualmente estamos asistiendo a una situación absolutamente excepcional, una pandemia a nivel mundial. El COVID-19 es un virus nuevo del que todavía hay muchas incógnitas, pero que parece que ha venido para quedarse (puedes consultar el estado actual de la epidemia en España aquí). Todos los países están tomando medidas de seguridad para contener la pandemia, pero es inevitable tener una sensación de malestar debido a la alta incertidumbre que existe: ¿son suficientes las medidas? ¿Cuándo podré volver a ver a mis padres? ¿Si enfermo, dejarán que alguien esté a mi lado? ¿Funcionan correctamente los test de detección? ¿Me puedo inmunizar y por cuánto tiempo? ¿Dejaremos de necesitar mascarillas en algún momento? Y podríamos plantear muchas más.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que esta epidemia está suponiendo un aumento de la prevalencia de trastornos de salud mental, principalmente ansiedad y estado de Ánimo (ver aquí), entre otros. Duelos por pérdidas físicas y psicológicas, el aislamiento y la soledad, los problemas económicos, los problemas de convivencia y adaptación, el consumo de sustancias, el estrés postraumático o la hipocondría son reacciones normales que tenemos cuando nos sentimos emocionalmente desbordados, la incertidumbre del futuro cercano es muy alta y pesimista, nos sentimos poco seguros pese a las medidas aplicadas y además sentimos nuestra libertad de movimiento restringida.